El gran reto de los wearables: despejar las incógnitas sobre su uso

Los wearables han estado esta semana de rabiosa actualidad, como dice el tópico periodístico. Tras el el I Congreso Nacional de Wearables  Big Data en salud, se han vertido muchas ideas, reflexiones, experiencias y críticas sobre ellos, dejando constancia del difícil proceso que aún les queda para demostrar que realmente tienen mucho que decir en la cadena de actores que conforman el sistema sanitario, o no, se quedan en ese, en un futurible.


Como idea, como dispositivo, es decir, como '¿Qué?', su función parece que está muy clara e inventada. Si nos centramos en el '¿Cómo?', en parte también. El modus operandi inicial (no el final) parece resolver dudas a estas dos preguntas. Un dispositivo que se lleva en el cuerpo como una prenda más y que recaba datos de salud de la persona a través de un sistema que permite monotorizar esos datos y almacenarlos, con el objetivo de usarlos. 

Sin embargo, en el '¿Para qué?', el wearable presenta algunas respuestas más complejas. ¿Para aportar datos de salud al paciente? Correcto, lo puede hacer. ¿Para que los tenga el profesional? No está tan claro cómo los va a tener y en qué condiciones. ¿Para que una empresa pueda vender un dispositivo y conseguir un nuevo negocio? Es obvio que hay intereses de que suceda. 

Precisamente esta última reflexión la lanzó al auditorio en el citado Congreso el Doctor Julio Mayol que rompió moldes con sus palabras alertando de que ni se operará con gafas inteligentes, ni conseguirán adherencia debido a la necesidad de probar otros nuevos dispositivos, ni se harán las preguntas correctas a la hora de concebirlos para ayudar a los pacientes, al perpetuar un modelo en el que se actúa según las necesidades que creen que tienen los pacientes. 

Datos

Volviendo al  anteriormente citado '¿Cómo?', habrá que ver precisamente cómo se hará esa transferencia de los datos que recaba el paciente durante su uso al profesional sanitario y si esta transferencia de datos será unidireccional, privada, segura y automática, u obligará al paciente a tener que llevárselos al médico. Como también habrá que ver si la empresa se lo venderá al sistema médico o al paciente, y si éste accederá gratuitamente a él, o no. ¿Están claros estos puntos a día de hoy? 

También habrá que ver si realmente pueden mejorar la adherencia del paciente, y sobre todo, si el paciente quiere un wearable en su día a día. Tenerlo, ponérselo y usarlo de una forma sostenible. ¿Se ha dado por hecho que todos los pacientes quieren un wearable en su vida?

Muchas incógnitas en el presente aún por descifrar, que hacen pensar que el uso real de los wearables todavía forma más parte del futuro que del presente de los pacientes.  

¿Crees que los wearables son el futuro más que el presente? ¿Tienes argumentos que avalan el uso generalizado de estos dispositivos?