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Cinco características básicas para construir un modelo de eSalud con garantías

Cada vez se habla más de cómo implementar un sistema sanitario en el que la eSalud tenga un papel fundamental. Es decir, en el que la tecnología aplicada a la salud sea el nuevo motor que mejore el sistema actual, que consiga hacerlo más efectivo, tener más impacto y aumentar la consecución de los objetivos marcados por todos los actores de sistema sanitario. Un sistema en el que tanto profesionales sanitarios como pacientes mejoren su relación y multipliquen los beneficios que el mismo les ofrece.

Vamos apuntar 5 características que consideramos fundamentales para que un sistema sanitario apoyado por la tecnología consiga mejorar el actual. Son las siguientes:

1. BENEFICIOSO 
Debe beneficiar a todos los actores del sistema sanitario, tanto a pacientes, como a profesionales sanitarios e instituciones o administraciones. No puede beneficiar solo a una parte de ellos. Si beneficia solo a instituciones, o a profesionales sanitarios, pero no hace lo propios con los pacientes, no será un sistema que mejore el actual modelo, y por tanto, no será efectivo ni mucho menos eficiente.

2. ACCESIBLE 
Debe llegar a todos los actores del sistema sanitario de una forma fácil, directa y, sobre todo, llegar donde el modelo sanitario actual no llega. Es fundamental que los pacientes y los profesionales sanitarios pueden acceder a él sin encontrarse obstáculos que dificulten la accesibilidad al mismo, ya que se podría poner en peligro su impacto final.

3. SOSTENIBLE 
Cualquier modelo que se precie tiene que ser económicamente sostenible, sin que eso incida en una peor calidad. Con la actual coyuntura de crisis, el propio sistema tiene que ser sostenible para el Estado que lo implemente, la empresa que apueste por él y el actor que quiera usarlo. No se puede gastar una cantidad enorme que comprometa su propia sostenibilidad y que hipoteque el propio futuro de todos los actores que se puedan beneficiar de él. La transparencia para evitar especulaciones también es un valor en alza en esta característica.

4. ADAPTABLE 
La sociedad cambia, y lo hace porque cambian las necesidades de los que conforman esa sociedad. Por tanto, es muy importante que la tecnología implementada a la salud permita crear un sistema sanitario que acepte bien los posibles cambios, en el que se puedan aprovechar los recursos existentes en el caso que haya que variar el modelo. Hacer algo férreo sin margen, puede ser sinónimo de fracaso en caso de que haya un cambio de paradigma en las necesidades de los actores.

5. PERSONALIZADO 
La tecnología aplicada a la salud permite que cada vez los actores sanitarios se puedan amoldar más a las necesidades actuales de los pacientes, y eso consiga que los propios pacientes estén más contentos, y, por tanto, perciban que la atención sanitaria es mejor y de más calidad. Las TIC en salud pueden hacer que se llegue más a la personalización de lo que necesita el paciente y haya menos estandarización. Un sistema sanitario que se amolde más a un paciente, dará más con la tecla del éxito que uno que no profundice tanto en ella.





¿Crees que existen más? ¿Cuáles apuntarías? 

Indicadores y mecanismos de control: ¿un apoyo para la eSalud que apuntale la sanidad?

El fabuloso y extraordinario mundo de los indicadores tendrá que llegar tarde o temprano a la eSalud. Todavía no lo ha hecho, o si lo ha hecho ha sido de forma esporádica y puntual, pero en algún momento se tendrá que aceptar que para medir impacto y beneficio de la tecnología en la salud hay que establecer indicadores, por lo que es cuestión de tiempo de que esto suceda.

Los indicadores no son otra cosa que cuantificadores que permiten valorar con acuerdo a algo un elemento. Es decir, cuantificar la dimensión que realmente tiene lo analizado y poder compararlo en diferentes periodos de tiempo, para saber si ha mejorado o ha empeorado en relación a unas variables preestablecidas. Los indicadores al aplicarse, normalmente se contabilizan con números con lo que se puede cuantificar mejor.  

Por este mismo motivo, poder aplicar indicadores a la eSalud sería una buena forma para saber exactamente lo que se está haciendo y, aún mejor, si se está haciendo bien, entendiendo por bien si realmente se está avanzando. En pocas palabras, si tiene alguna meta final definida o solo es una industria que produce sin pies ni cabeza aprovechando un boom concreto, como la del ladrillo, por ejemplo, que acabó estrellada. 

La eSalud es un ámbito cada vez más amplio, que aborda más campo de acción, y que está siendo más usado tanto por los propia tecnología como por los propios usuarios que la utilizan (profesionales sanitarios, organizaciones, usuarios finales pacientes, etc.). Sin embargo, en los últimos años, en los que se está produciendo una verdadera revolución, se echa de menos información fiable y que se pueda comparar y almacenar sobre el proceso en sí. El archirepetido titular "La eSalud avanza", archiutilizado incluso por nosotros mismos, carece de sentido si no sabemos con respecto a qué avanza, y hacia dónde avanza, ya que es obvia la necesidad de establecer comparaciones en diferente tiempo entre elementos, para conocer así su verdadera evolución, y certificar si es que lo ha sido, cómo se perfila.

Una excepcional manera para dejar de hablar en términos abstractos y poco tangibles sobre la eSalud  y para tener la certeza de que realmente está creciendo, es aplicar indicadores a ella misma, los cuales poder comparar año tras año para sí ver la evolución real en una curva gráfica. ¿Es posible hacer esto con algo como la eSalud? ¿Podemos medirla para así poder evaluarla? 

Otros casos

Vamos a utilizar un ejemplo de otro ámbito, que poco tiene que ver, pero en el que a raíz de que se utilizaran indicadores para cuantificar y contabilizar lo que se estaba haciendo, comenzó a evaluarse, lo que supuso una mejora en le impacto: la cooperación internacional al desarrollo. Explicado brevemente: la cooperación al desarrollo comenzó tras la creación de la ONU a destinar miles de millones a países con economías y sociedades pobres, para ayudarlos. Años después, se llegó a la conclusión de que a pesar de los múltiples esfuerzos realizados (grandes sumas de dinero), el impacto real había sido casi nulo, debido a la falta de control y de mecanismos en los países en los que se aplicaba. Tras la instauración poco a poco -y sobre todo en los últimos 20 años- de mecanismos de control, la relación entre inversión-acción-consecución ha ido mejorando hasta conseguir mejoras que justifican el esfuerzo en algunos casos.





Este razonamiento aplicado a la eSalud ¿Es posible? Es el momento de preguntarnos ¿Es posible elaborar mecanismos de control sobre la eSalud que nos permitan saber realmente si está creciendo? Un ejercicio que se antoja difícil, pero que no lo es tanto si nos ponemos manos a la obra. 

Un propio indicador puede ser los ingresos de un sector concreto en un país relacionados con las TIC en salud durante un periodo de tiempo, o los usuarios de un servicio de salud apoyado en la tecnología, o incluso las descargas de una App, el número de herramientas tecnológicas que usan los médicos en un quirófano, las consultas online realizadas por un sistema público durante un año, o la inversión en telemedicina por un hospital durante un ejercicio. Y así, podemos obtener muchos, y muy válidos.

Unos indicadores que para que tengan sentido hay que encuadrarlos dentro de mecanismos de control que deben ser ejecutados por organizaciones relacionadas con el sistema sanitario y que busquen el beneficio general del mismo. En este punto, si aceptamos indicadores y mecanismos de control, debemos preguntarnos... ¿Y quién se va a hacer cargo? 

La respuesta, si nos acercamos a otro ámbito dejando de lado el de la cooperación al desarrollo, puede estar más cerca. En el mundo del cine, cada año el Estado detalla datos tanto públicos como privados de la propia industria (subvenciones, espectadores, recaudación, etc.), lo que otorga un valor en conjunto para poder realizar una valoración de cómo está ese mercado y hacia donde va, que a la vez conciencia a actores tanto públicos como sanitarios, incluyendo a los propios usuarios (trabajadores como espectadores).

¿Se podría aplicar algo parecido a lo que se hace en el mundo del cine y en la cooperación al desarrollo a la eSalud? ¿Podríamos tener una eSalud completamente catalogada y marcada en la que controlemos con datos reales cómo están avanzando las cosas? ¿Lo debe hacer el Estado?

La respuesta a esta última pregunta puede generar otro debate aún más abierto que el de los propios indicadores o mecanismos de control, pero lo que está claro, es que un Estado es el encargado de velar por los derechos de todos los tipos de sus ciudadanos, incluso los sanitarios, para que todos los potenciales pacientes que engloba puedan recibir la mejor atención, tanto pública como privada. Y así no nos quedaremos en datos geniales, sin saber si esa genialidad le llega transformada al paciente y al propio médico en nuevos servicios que los empoderen, a ellos, y al propio proceso sanitario inducido por la tecnología.