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Indicadores y mecanismos de control: ¿un apoyo para la eSalud que apuntale la sanidad?

El fabuloso y extraordinario mundo de los indicadores tendrá que llegar tarde o temprano a la eSalud. Todavía no lo ha hecho, o si lo ha hecho ha sido de forma esporádica y puntual, pero en algún momento se tendrá que aceptar que para medir impacto y beneficio de la tecnología en la salud hay que establecer indicadores, por lo que es cuestión de tiempo de que esto suceda.

Los indicadores no son otra cosa que cuantificadores que permiten valorar con acuerdo a algo un elemento. Es decir, cuantificar la dimensión que realmente tiene lo analizado y poder compararlo en diferentes periodos de tiempo, para saber si ha mejorado o ha empeorado en relación a unas variables preestablecidas. Los indicadores al aplicarse, normalmente se contabilizan con números con lo que se puede cuantificar mejor.  

Por este mismo motivo, poder aplicar indicadores a la eSalud sería una buena forma para saber exactamente lo que se está haciendo y, aún mejor, si se está haciendo bien, entendiendo por bien si realmente se está avanzando. En pocas palabras, si tiene alguna meta final definida o solo es una industria que produce sin pies ni cabeza aprovechando un boom concreto, como la del ladrillo, por ejemplo, que acabó estrellada. 

La eSalud es un ámbito cada vez más amplio, que aborda más campo de acción, y que está siendo más usado tanto por los propia tecnología como por los propios usuarios que la utilizan (profesionales sanitarios, organizaciones, usuarios finales pacientes, etc.). Sin embargo, en los últimos años, en los que se está produciendo una verdadera revolución, se echa de menos información fiable y que se pueda comparar y almacenar sobre el proceso en sí. El archirepetido titular "La eSalud avanza", archiutilizado incluso por nosotros mismos, carece de sentido si no sabemos con respecto a qué avanza, y hacia dónde avanza, ya que es obvia la necesidad de establecer comparaciones en diferente tiempo entre elementos, para conocer así su verdadera evolución, y certificar si es que lo ha sido, cómo se perfila.

Una excepcional manera para dejar de hablar en términos abstractos y poco tangibles sobre la eSalud  y para tener la certeza de que realmente está creciendo, es aplicar indicadores a ella misma, los cuales poder comparar año tras año para sí ver la evolución real en una curva gráfica. ¿Es posible hacer esto con algo como la eSalud? ¿Podemos medirla para así poder evaluarla? 

Otros casos

Vamos a utilizar un ejemplo de otro ámbito, que poco tiene que ver, pero en el que a raíz de que se utilizaran indicadores para cuantificar y contabilizar lo que se estaba haciendo, comenzó a evaluarse, lo que supuso una mejora en le impacto: la cooperación internacional al desarrollo. Explicado brevemente: la cooperación al desarrollo comenzó tras la creación de la ONU a destinar miles de millones a países con economías y sociedades pobres, para ayudarlos. Años después, se llegó a la conclusión de que a pesar de los múltiples esfuerzos realizados (grandes sumas de dinero), el impacto real había sido casi nulo, debido a la falta de control y de mecanismos en los países en los que se aplicaba. Tras la instauración poco a poco -y sobre todo en los últimos 20 años- de mecanismos de control, la relación entre inversión-acción-consecución ha ido mejorando hasta conseguir mejoras que justifican el esfuerzo en algunos casos.





Este razonamiento aplicado a la eSalud ¿Es posible? Es el momento de preguntarnos ¿Es posible elaborar mecanismos de control sobre la eSalud que nos permitan saber realmente si está creciendo? Un ejercicio que se antoja difícil, pero que no lo es tanto si nos ponemos manos a la obra. 

Un propio indicador puede ser los ingresos de un sector concreto en un país relacionados con las TIC en salud durante un periodo de tiempo, o los usuarios de un servicio de salud apoyado en la tecnología, o incluso las descargas de una App, el número de herramientas tecnológicas que usan los médicos en un quirófano, las consultas online realizadas por un sistema público durante un año, o la inversión en telemedicina por un hospital durante un ejercicio. Y así, podemos obtener muchos, y muy válidos.

Unos indicadores que para que tengan sentido hay que encuadrarlos dentro de mecanismos de control que deben ser ejecutados por organizaciones relacionadas con el sistema sanitario y que busquen el beneficio general del mismo. En este punto, si aceptamos indicadores y mecanismos de control, debemos preguntarnos... ¿Y quién se va a hacer cargo? 

La respuesta, si nos acercamos a otro ámbito dejando de lado el de la cooperación al desarrollo, puede estar más cerca. En el mundo del cine, cada año el Estado detalla datos tanto públicos como privados de la propia industria (subvenciones, espectadores, recaudación, etc.), lo que otorga un valor en conjunto para poder realizar una valoración de cómo está ese mercado y hacia donde va, que a la vez conciencia a actores tanto públicos como sanitarios, incluyendo a los propios usuarios (trabajadores como espectadores).

¿Se podría aplicar algo parecido a lo que se hace en el mundo del cine y en la cooperación al desarrollo a la eSalud? ¿Podríamos tener una eSalud completamente catalogada y marcada en la que controlemos con datos reales cómo están avanzando las cosas? ¿Lo debe hacer el Estado?

La respuesta a esta última pregunta puede generar otro debate aún más abierto que el de los propios indicadores o mecanismos de control, pero lo que está claro, es que un Estado es el encargado de velar por los derechos de todos los tipos de sus ciudadanos, incluso los sanitarios, para que todos los potenciales pacientes que engloba puedan recibir la mejor atención, tanto pública como privada. Y así no nos quedaremos en datos geniales, sin saber si esa genialidad le llega transformada al paciente y al propio médico en nuevos servicios que los empoderen, a ellos, y al propio proceso sanitario inducido por la tecnología.

Indicadores para que las Apps de salud sean fiables y accesibles

Hace pocos días, The App Date presentó el informe sobre las 50 mejores aplicaciones de salud en español, un ejercicio muy necesario y loable, y que comienza a poner las bases para saber cuáles son las apps sanitarias que están totalmente avaladas para ser usadas con garantías y cuáles son fiables, haciendo una depurada y pionera selección de 50 apps en castellano mejor consideradas en base a unos criterios concretos preestablecidos por ellos y explicados en el mismo.

La regulación de las apps sanitarias y los criterios para que sean fiables sigue siendo todavía un terreno vetado para muchos al que solo muy pocos se atreven a entrar. Este informe se suma a otras iniciativas como AppSaludable, de la Junta de Andalucía, que van poniendo las primeras piedras para hacer una criba de aplicaciones sanitarias que sí cumplen los requisitos para estar a la altura de lo que los usuarios de las mismas demandan, o a todos las personas que han intentado dar pistas y orientar a los usuarios sobre la fiabilidad de las apps sanitarias, como ya hemos hecho en este blog.

En cualquier caso, a continuación vamos a presentar algunos indicadores que consideramos que si se cumplen harían de las apps sanitarias lugares muy fiables para los usuarios. Los indicadores son un procedimiento que permite cuantificar alguna dimensión cuando se aplica, y que al hacerlo, produce un número que nos sirve para comparar y poder clasificar el ente sobre el cual extraemos el indicador. Entre los mismos podemos detectar cualitativos (2) y cuantitativos (5):

1. Número de descargas.  No es lo mismo que una aplicación tenga 3 descargas, que 300.000. Las descargas de una app no implican que sea un ente perfecto, pero sí que es demandada por los usuarios. Y eso debe tenerse muy en cuenta. Este indicador necesita de otros para tener valor, pero es muy importante contar con él.
2. Número de actualizaciones. En otros ámbitos no tiene tanta importancia, pero en sanidad sí porque se convierte en un aspecto básico. La medicina cambia, existen avances, salen nuevos medicamentos, etc. y eso debe reflejarse siempre. Una aplicación sanitaria que no se actualiza puede bajar su fiabilidad. Además, no solo las actualizaciones de contenido son importantes, sino también las de diseño y software de la propia app, para ganar usabilidad.
3. Garantías científicas. Este requisito es uno de las más importantes. La garantía científica implica que la App de salud esté basada en una o más fuentes de información fiable y que la información por tanto sea segura. Toma en consideración evidencias científicas disponibles. Este indicador puede ser tanto cuantitativo como cualitativo.
4. Certificaciones obtenidas. Todavía no existen muchas ni de muchas organizaciones que las expidan, pero ya empiezan a existir algunas. La propia AppSaludable es uno de ellas. Y los premios que ortogan algunas entidades también sirven de indicador para sabe si una app cumple con los requisitos mínimos o no. Un ISBN o un distintivo como la Web Sanitaria otorgado por alguna entidad sanitaria, por ejemplo,  mejorarían mucho este proceso. 
5. Precio establecido. No es el indicador más relevante, porque que cueste la descarga 0 € o que cueste 3 € no implica que sea más o menos fiable, pero si el precio puede ser un factor orientativo por su capacidad inclusiva. Es decir, una app que cueste un precio muy elevado puede convertirla en inaccesible.  O una gratis que no esté bien identificada podría no ser fiable.  
6. Autores identificados. Este indicador tiene una dimensión cualitativa más que cuantitativa. No es más importante o más fiable porque tenga más autores. En este caso, la fiabilidad vendrá dada por el prestigio de los autores de la misma, sean 1 o 25.

¿Crees que existen más indicadores cuantificables para saber si una App es fiable?