Las Apps de salud se perfilaron hace unos años como un filón increíble para darle una herramienta útil al paciente, más que nada porque le podian aportar utilidad al alcance de su mano. Sin embargo, la propia autopista de Apps que nació bajo el brazo de las TIC se convirtió en una burbuja de la que no todas han dado los frutos esperados. Empresas haciendo Apps sin contar con el profesional sanitario, o incluso contando con él, pero sin tener en cuenta a la persona para la que se estaba trabajando: el paciente.
Este hecho hizo que muchas de las Apps creadas apenas tuvieran descargas, o si las tuvieron, su uso no fuera continuado. En definitiva, que no empatizaron con el usuario final, ni mejoraron su adherencia al tratamiento. Todos los tipos de Apps de salud han pasado por el mismo proceso, incluidas las Apps destinadas al paciente con VIH, que ha visto como tras el auge de las TIC sus herramientas para controlar su salud se han incrementado, aunque no siempre con buenos resultados.
Este hecho hizo que muchas de las Apps creadas apenas tuvieran descargas, o si las tuvieron, su uso no fuera continuado. En definitiva, que no empatizaron con el usuario final, ni mejoraron su adherencia al tratamiento. Todos los tipos de Apps de salud han pasado por el mismo proceso, incluidas las Apps destinadas al paciente con VIH, que ha visto como tras el auge de las TIC sus herramientas para controlar su salud se han incrementado, aunque no siempre con buenos resultados.