En plena era tecnológica, donde los modelos tradicionales de salud presentan cada vez más alternativas adaptadas gracias a las nuevas necesidades surgidas a raíz de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), una de las principales ventajas es el poder que esta revolución le ha otorgado directamente al paciente: le ha puesto en la palma de la mano la capacidad para gestionar su propia salud.
La rutina habitual de un paciente se ha visto reforzada con muchas nuevas herramientas (servicios web, Apps, dispositivos wearables, etc.) que le permiten complementar su propio cuidado, es decir, mejorar la gestión de su salud convirtiéndola en una autogestión sin precedentes y que parece no tener freno.