Más allá del debate de tener presencia en las redes sociales si eres una institución sanitaria, o no tenerla, existe un debate posterior para las organizaciones que sí han decidido abrirse un perfil en cualquier red social, ya sea Facebook, Twitter o alguna otra. Existe otro debate, no por posterior menos importante, que se centra en analizar si realmente una vez que se tiene presencia en redes sociales existe una zona de confort en la que se quedan las propias instituciones sanitarias. ¿Es así?
La zona de confort es una expresión muy utilizada en psicología, y las redes sociales, precisamente permiten trazar muy bien un perfil psicológico de la persona que está detrás de ellas. Viene a ser la zona metafórica en la que se encuentran las instituciones sanitarias cuando están en un entorno en el que dominan (los canales tradicionales que no son las redes sociales, donde todo es cómodo y no requiere tanto esfuerzo ni tanto riesgo). En un bucle en el que conozcamos los problemas a los que nos enfrentamos, lejos del riesgo.
Aplicada a este caso, nos referimos al acomodo del que gozan algunas instituciones sanitarias en materia de redes sociales una vez que crean un perfil, y en el que dejan de tener todas las iniciativas necesarias para que realmente cumplan una función que vaya más allá de una estrategia de mínimos, por miedo a tener un problema o realizar acciones nuevas o desconocidas y que requieran conocimientos que no se tienen o situaciones a los que no se han enfrentado. Lo que ratificaría le peligro de salir de la zona de confort, por tanto, de no utilizar las redes sociales más allá de lo que se hacía antes de que existieran.